Inicios de una tejedora.

Seguro que como a Muchas de vosotras, a mi me enseñó a tejer mi abuela. Hace muchos años de eso, pero siempre habia utilizado el tejido como una forma de relajarme, haciendo todo a punto derecho sin objetivo concreto, sólo por el mero hecho de tejer.

Hace un año y medio más o menos, coincidiendo con las navidades, una gran amiga me llamó y me dijo:
- ¡¡Vas a ser tia!!
Y pensé que la mejor manera de demostrarle mi amor era haciendo algo para el bebe que estaba por venir.
Volví a coger las agujas y me inicié en el arte de hacer bufandas, y una vez que cogí práctica de nuevo, me hice la valiente y me puse a hacerle una manta al bebé.

Primeros apuros:

- Cuando ya tenía tejidos unos 15 cm de largo de la manta, (llenos de agujeritos de puntos que quedaban mas grandes), se la enseñe a mi abuela, yo toda orgullosa, y me dijo: "Lo estás haciendo mal" Se me cayó el alma a los pies. Me volvió a enseñar cómo se hacía y la mantita cambió por completo; los agujeritos que quedaban antes desaparecieron, el punto se estiró más y quedó mucho más bonita. Gracias abuela.

- Decidí hacer la manta de una vez, en dos colores, y eché más de 200 puntos (utilicé lana fina y agujas de 4 mm) pero la manta quedó muy grande para un bebé, y tuve que hacerla más larga de lo que pensaba en un principio, así que me costó mucho más terminarla.

Pero como en todas partes, cada cosa mala trae su cosa buena. Tejer una cosa tan grande me dió mucha más experiencia y rapidez, y me hizo más valiente a la hora de probar con diversos puntos, aprendí a hacer trenzas, ochos y puntos calados (aunque no los utilicé para la manta). Lo mejor: La cara de mi amiga cuando le dí la manta y le dije que la habia hecho yo, nos abrazamos y nos pusimos a llorar como dos tontas, fue un momento precioso, como en una peli.

Después (y entre medias tambien), el camino ha sido largo y variado, pero ya os contaré más cosas.